jueves, 17 de noviembre de 2011

Crisis aeronáutica en Argentina: ¿vuelta a lo mismo?

Por Ricardo J. Delpiano

Hay quiénes podrían haber pensado que tras la estatización de Aerolíneas Argentinas en el 2008 y la profundización de las redes políticas de la administración Kirchner en sectores claves, la anhelada paz social al interior de la compañía llegaría al fin. Los gremios aeronáuticos por fin veían una oportunidad paraconcretar sus demandas a través de un gobierno en cierta forma proclive a sus pensamientos y que necesitaba de sus influencias, especialmente cuando se decidió utilizar el tema de Aerolíneas Argentinas como un recurso político, permitiéndole verse ante la población como un "hacedor de cosas".
Para recuperar a “la aerolínea bandera” -como se le suele denominar al otro lado de la cordillera-, la actual administración no ha dudado en desembolsar gran cantidad de recursos públicos, por medio de los cuales, la empresa ha podido renovar su flota y recuperar rutas, pero que también ha servido para cubrir los enormes pasivos que históricamente arrastra y que pese los dineros gastados todavía no logra revertir. En conseguir ese objetivo, tampoco ha dudado en utilizar su red de influencias a través del aparato público otorgándole un cierto favoritismo a Aerolíneas por encima de otras compañías, en un escenario donde debería imperar la libre competencia e igualdad de oportunidades entre todos los actores. La “internacionalización de Aeroparque” y la no otorgación de permisos a otras compañías aéreas han sido ejemplos indirectos a través de los cuales se ha favorecido a la empresa estatal.
Si bien el gobierno Cristina Fernández de Kirchner ha conseguido ciertos logros con Aerolíneas (recuperación de rutas, renovación de flota, reinserción – en parte- de la empresa en el contexto aeronáutico mundial), existen dos puntos en los cuales todavía no logra tener éxito: solucionar el problema financiero y mantener bajo control a los distintos gremios aeronáuticos, los cuales continúan presionando cada uno por sus intereses particulares.
La renovación de la flota y la recuperación de rutas ha sido uno de los logros de la administración Kirchner en la estatizada Aerolíneas Argentinas. Sin embargo la conflictividad gremial y tema político de la compañía constituyen temas pendientes que limitan el despegue de la empresa. Foto: S.Blaise
A estas alturas, que Aerolíneas pierda dinero y esté lejos de ser una empresa rentable no debiera sorprender a nadie. Pese a la inversión realizada en términos de flota, recuperación de rutas, acuerdos con otras compañías,  Aerolíneas Argentinas continúa sin capturar una cuota importante del mercado Premium, dejando como principal fuente de ingresos el tráfico V.F.R.  (Visit Friends and Relatives), que en la operación aerocomercial es el que en términos general el que menos aporta.
A ello debemos agregar una serie de factores que ayuda a entender el contexto. Como primer punto y como fruto de la política e interés del Estado, Aerolíneas ha concentrado sus esfuerzos en atender el mercado doméstico argentino, el cual pese al aumento de las bandas tarifarias, continúa regulado impidiendo a las compañías aéreas cobrar lo que corresponde en cada una de las rutas. Esto hace que el principal mercado de Aerolíneas sea un segmento no del todo rentable.
En segundo lugar, a pesar de la recuperación de frecuencias y rutas, la empresa todavía está relegado de los mercados internacionales, ubicándose por atrás de a competencia  y cuyas principales rutas que posee son de bajo yield.
Como tercer punto, podemos mencionar los altos costos que posee la compañía, tanto por concepto laboral, como también por la duplicidad de éstos al mantener a dos compañías por separado que son del mismo dueño y operan en conjuntamente (Aerolíneas Argentinas y Austral).
Finalmente, a los puntos anteriores se debe agregar los beneficios que el Estado entrega en Aerolíneas a determinados grupos de interés (los cuales acceden a pasajes rebajados) y los factores externos que siempre están presentes en las operaciones aéreas.
El otro punto pendiente es el control gremial. En Argentina, el control gremial es un tema clave que todo a quien aspire a gobernar ese país debe considerar. El kirchnerismo lo sabe y no por ello ha extendido su red de influencia política utilizando su cercanía con el mundo sindical, el cual ha sabido aprovechar de su posición ventajosa para sacar importantes beneficios o dirigir en parte las políticas. Los conflictos ocurridos en el último tiempo no es más que un reflejo de la continuidad de la política tradicional argentina. Lamentablemente por el sector en que se desarrolla, sus consecuencias trascienden las fronteras del país, afectando a todos aquellos quienes mantienen vínculos aéreos con Argentina. 
El último de ellos, se originó el sábado cuando 12 controladores (ex Fuerza Aérea Argentina) del ACC de Ezeiza realizaron un paro de sus funciones con el fin de presionar al gobierno para volver a depender de la Fuerza Aérea Argentina en lugar de la ANAC, mientras que Ricardo Cirielli el titular del gremio de APTA (Asociación de Personal Técnico Aeronáutico) –que también tiene personal de Aerolíneas, considera que deben estar afiliados a su entidad por el tipo de actividad que realizan.
Cristina y su administración han intentado a mantener el control de la situación, decretando la vuelta del control de tráfico aéreo al mando de la Fuerza Aérea Argentina, mientras que los encargados de Aerolíneas buscan contrarrestar a Cirielli defendiendo los logros de la compañía en este periodo.
Más allá de las consecuencias que esto está generando - no sólo para Argentina, sino para todos quienes operan o se desplazan a ese país-, estos conflictos gremiales pueden ser interpretados como el reflejo un sistema político carente de políticas y que se va conformando a través de una red de clientes e influencias que atienden a los intereses de quien esté de turno y que poseen un precio, el cual tarde o temprano es reclamado.

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