Por Ricardo J. Delpiano
El cielo, dimensión inmensa sobre la faz de la tierra que desde tiempos inmemoriales ha cautivado la imaginación y ha inspirado el sueño de los hombres en busca de la libertad que vuelo otorga. El avance de la tecnología a mediados del siglo XIX con la Revolución Industrial, contribuyó a desarrollar las comunicaciones y el traslado de las personas y sobre todo concretar poco a poco el ansiado anhelo de volar.
El cielo, dimensión inmensa sobre la faz de la tierra que desde tiempos inmemoriales ha cautivado la imaginación y ha inspirado el sueño de los hombres en busca de la libertad que vuelo otorga. El avance de la tecnología a mediados del siglo XIX con la Revolución Industrial, contribuyó a desarrollar las comunicaciones y el traslado de las personas y sobre todo concretar poco a poco el ansiado anhelo de volar.
Con un amplio espíritu aventurero, numerosos hombres de todas partes del mundo comenzaron una carrera por ser los primeros en conquistar los cielos. Fue una época difícil para estos intrépidos hombres, con más fracasos que éxitos, pero que comenzaron a dar sus frutos en diciembre de 1903, cuando en Estados Unidos, los hermanos Wilbur y Oliver Wright, lograron colocar su invento en el aire, aunque sea por pocos segundos. Ese pequeño instante en que el frágil aeroplano de los hermanos Wright se elevó, marcó el nacimiento de una nueva era que cambiaría el concepto del transporte a nivel mundial. Paralelamente y siguiendo el ejemplo de estos dos hermanos, muchos otros hombres se unieron, quienes con su visión hicieron el vuelo y sobre todo del avión un medio de transporte real. Alberto Santos Dumont de Brasil, el peruano Jorge Chávez o el mexicano Alberto Braniff, fueron sólo unos pocos de los cientos pioneros, muchos todavía no reconocidos, que con sus hazañas dieron vida al medio que hoy es sinónimo de tecnología, desarrollo económico y progreso social.
Chile, no estuvo ajeno a todo este fervor, y también alrededor de 1909 comenzó a vivir la experiencia de los primeros vuelos, con los pilotos José Luis Sánchez Besa o Emilio Edwards, quienes en Europa ya piloteaban aeroplanos. Pero fue hasta 1910 cuando David Echeverría y Miguel Covarrubias, optaron por traer el primer aeroplano a Chile, un Voisin de 50Hp para exhibirlo en el entonces Parque Cousiño (hoy el parque O’higgins) en el marco de la celebración del Centenario de la República, donde fue el centro de atención de los Santiaguinos. Por primera vez hombres, mujeres y niños podían contemplar con sus propios ojos lo que era un aeroplano, muy distinto de las aeronaves que hoy surcan nuestros cielos y los del mundo. En ese gran espectáculo, fueron dos hermanos César y Félix Copetta, quienes habían armado el Voisin en Chile, se entusiasmaron con la pasión de la aviación y acordaron con sus propietarios realizar un curso de vuelo para realizar un vuelo en el Club Hípico para honrar a la República. Así viajaron a Francia donde realizaron los cursos y se comenzó a preparar el primer vuelo, regresando a Chile en la segunda semana de aquel agosto. Así el 21 de agosto de 1910, el mecánico logró tener listo el biplano y su noticia se esparció por toda la capital, convocando a una muchedumbre a la entonces Chacra de Valparaíso (hoy el parque Ramón Cruz en Nuñoa). A las cuatro de la tarde se puso el Voisin en la improvisada pista, César Copetta fue el primero en subir, mientras su hermano Félix agarró la hélice. El motor de 50 Hp arrancó y aquel ligero pájaro comenzó a correr por los pastos de la Valparaíso y tras cincuenta metros el Voisin se elevó, justo antes de finalizar el potrero. El sueño se había concretado y Chile ingresó a la era de la aviación.
Histórica imagen que muestra el momento exacto en que el biplano Voisin al mando de César Copetta se eleva en la Chacra de Valparaíso, hazaña que a través de la cual Chile ingresó a la era de la aviación.
Desde allí todo fue posible, los Copetta realizaron numerosas exhibiciones en Santiago, repitiendo su experiencia en los jardines del Parque Cousiño, luego en Batuco cuyo paisaje ofrecía mejores condiciones de seguridad para el vuelo. Curiosamente esos terrenos y muy cerca de donde hoy se encuentra nuestro principal aeropuerto, Chile tuvo su primer aeródromo.
Las exhibiciones aéreas en el parque Cousiño maravillaban a todos, al igual como ocurría en las ciudades europeas, incluido al Presidente de entonces Ramón Barros Luco y en los altos mandos de las Fuerzas Armadas, quien vio en el avión a un arma para la defensa nacional, apoyando de esta forma las distintas iniciativas aeronáuticas. En el mundo, especialmente en Europa, la aviación estaba teniendo un desarrollo rápido con la puesta en operaciones de nuevos y más potentes aeroplanos. Por este motivo y dado a los comentarios del vuelo de Alberto Santos Dumont en París, el Gobierno chileno decidió comisionar a Pedro Pablo Dartnell, para que efectuara un estudio acerca del servicio aéreo francés. Paralelamente el Teniente Coronel Mariano Navarrete Ciris, agregado militar de Chile en Francia, informaba a sus superiores en santiago la necesidad de incorporar a la aviación como arma para la defensa del país. Así en enero de 1913 se crearía la primera Escuela Aeronáutica Militar (institucionalidad previa a la Fuerza Aérea), y tres meses más tarde, el Aero Club de Chile.
Tras años más tarde, nuestro país comienza a integrarse a la aviación mundial al convocar a la Primera Conferencia Aeronáutica Panamericana, la que se realizó en Santiago en marzo de 1916, donde se estableció que el espacio, más allá de su altura que pueda ser utilizado por el propietario del suelo subyacente, debe ser declarado bien nacional de uso público, sentando las primeras ideas para la creación de una institucionalidad aérea.
Los puntos que se indicaron en la Conferencia Aeronáutica Panamericana en la práctica, generó contradicción en la forma de consensuar la soberanía de los Estados, con la facilidad del libre tránsito, especificado en el punto quince. Sin embargo en nuestro país esta contradicción se pudo resolver gracias a la visión que tuvo Arturo Merino Benítez, con sus planes de desarrollar la aviación chilena.
Caracterizado por su fuerte nacionalismo y una concepción donde el Estado debía ejercer un rol central en el desarrollo de la aviación de un país, Arturo Merino Benítez concibió un proyecto basado en pilares esenciales sobre los cuales se cimentaría el desarrollo de la aviación civil y comercial. Estos eran, una Fuerza Aérea para resguardar los límites de la patria, el desarrollo de los aeródromos, la radio (entendiéndose como las comunicaciones aéreas), la creación de una Línea Aérea Nacional y la creación de una institucionalidad aeronáutica que normara y fiscalizara las actividades en el espacio aéreo.
Resumir la historia de la aviación chilena a lo largo de estos 100 años resulta casi imposible, pero el desarrollo que nuestro sistema aeronáutico ha alcanzado nos muestran que los hechos desde aquel 21 de agosto de 1910 hasta nuestros días han permitido construir un historia de la aviación en un constante ascenso, donde todos los actores aeronáuticos contribuyen de manera simbionte hacia un solo fin, a través de un sistema libre, igualitario y concordante con las necesidades que la industria demanda. Si bien las normas que rigen nuestra aviación difieren un poco de las ideas que el Comodoro tenía en los años veinte, los principios fundamentales se mantienen hasta nuestros días, con la integración de todos los actores que hoy forman y se relacionan con la aviación. Pese a la lejanía para nuestros tiempos, los principios social-nacionalistas de Arturo Merino Benítez fueron necesarios para la realidad del país de esos años y a través de los cuales se pudo desarrollar una Fuerza Aérea eficiente; una empresa aerocomercial que fuera la línea aérea símbolo y orgullo del país en los cielos internacionales, y una institucionalidad, ejemplificada en parte por la Dirección General de Aeronáutica Civil, cuyos servicios se cubren la totalidad del espacio aéreo nacional, proporcionando los medios, para que el avión une y sirva los principales puntos del país integrando al territorio y su gente, responder a las necesidades de un país que avanza hacia el desarrollo.
Pese a que los pioneros hoy recordamos al celebrar los 100 años de nuestra aviación ya no están entre nosotros, la comunidad aeronáutica y todo el país debe hacer una revisión de la importancia que posee la aviación para Chile, donde el avión, los aeródromos y aeropuertos, y todo aquello que involucra al vuelo, constituye mucho más que un medio de transporte, de diversión o de defensa. El avión y todo lo que se concierne en torno el, son símbolos de integración de los pueblos, desarrollo económico y con ello de progreso social, por lo que cada vez que se atenta contra la aviación se daña un motor importante y gestor del crecimiento de un país.
En un escenario de constante cambios el espíritu de los hermanos Copetta se encuentra vivo en cada hombre que alza el vuelo, en nuestras compañías aéreas que unen las ciudades del Chile y que gracias a sus políticas acercan el avión a más personas, haciendo que “el sueño de volar” sea posible, y en cada funcionario u operario que desde su oficina o en la rampa de un aeródromo contribuye con su trabajo a que todo esta maravilla del vuelo sea posible, y que bajo las alas de los aviones descanse la prosperidad del país.
2 comentarios:
Lamento mucho que uno de los eventos que iba a darle más realce a este centenario no pudo concretarse. El Bisnieto de César Copetta, Ricardo Copetta, hoy Cdte. de Lan, venía hace años trabajando en un proyecto para construir una réplica volable exacta del primer avión que surcó los cielos chilenos con su bisabuelo en los controles. Viajó varias veces a Francia para ese efecto. Su proyecto era hacer un vuelo en el evión, el que luego sería donado al MAN. Con la quiebra de Air Comet quedó cesante hasta hace unos meses cuando pudo reactivarse, sin embargo no pudo avanzar con su proyecto. Acudió a la FACH y a la DGAC en busca de patrocinio y auspicio. Luego de un comienzo auspicioso, le retiraron el apoyo, mientras que en tanto el MAN construyó una réplica no volable del Voissin. Lástima. Habría sido grande para toda la Aviación nacional ver a Ricardo VOLANDO el Voissin.
El avión que salió en la portada de La Tercera ayer no es una réplica del Voissin, es un PT17 Stearman, entrenador usado en la II GM, construído décadas después del Voissin. Lo vuela el Director de la DGAC.
Sin estar ligado a la aviación civil, comercial y militar, integro el equipo que ha trabajado por mas de 6 años en hacer volar al Voisín nuevamente.
Con dolor y responsabilidad les puedo comentar que efectivamente el proyecto de reconstrucción del Voisín fue Plagiado pór la Fuerza Aérea de Chile.
Pero continuaremos con este proyecto, lo construiremos para que sea volado nuevamente por un bisnieto de César Copetta y luego de eso, recorrer cada rincón de Chile con una exposición itinerante abierta a la comunidad y un documental que rescate el patrimonio de nuestra historia.
atte
Alejo Arretx
alejo@altirocomunicaciones.cl
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