Los cambios en el transporte aéreo a Chile ha impuesto nuevos desafíos a los aeropuertos chilenos, cuya infraestructura se ha visto sobrepasada en la mayoría de los casos por el aumento en las operaciones aéreas, con el consiguiente incremento en el flujo de pasajeros y toneladas de carga. La implementación de nuevas estrategias comerciales a partir de 2006 por parte de las líneas, sumado a una mejor situación de la economía nacional han sido factores claves que han contribuido a este aumento.
Pese a que el incremento del tráfico de pasajeros ha sobrepasado la capacidad de algunos aeropuertos del país, la red aeroportuaria nacional recibió una buena valoración por parte de los usuarios. Foto: Alejandro Ruiz
Para hacer frente a los nuevos desafíos, el Estado de Chile inició ya hace algunos años la segunda fase de concesiones de los principales aeropuertos y aeródromos del país, la cual tendrá por objetivo asegurar una infraestructura adecuada que permita soportar el crecimiento previsto para los próximos años. Algunos como Chacalluta en Arica, Diego Aracena en Iquique, El Tepual en Puerto Montt ya han sido ampliados, otros se encuentran en obras como Carlos Ibañez del Campo en Punta Arenas o iniciándose la fase de concesión como ocurre en el caso de Calama, mientras otros aeropuertos - incluido el de Santiago- esperan su turno en obras.
Considerando que el volumen de pasajeros transportados aumenta muy por encima del crecimiento de la infraestructura, la mayoría de los aeropuertos nacionales están viéndose enfrentados a aglomeraciones que afectan el tránsito de los viajeros sino que también las operaciones diarias de las aerolíneas.
El Aeropuerto de Santiago es un reflejo claro de esta situación y a pesar de que el actual concesionario está ejecutando obras de mitigamiento –demoradas en parte por las obras de reconstrucción tras el terremoto del año pasado-, el principal terminal aéreo del país se ha visto sobrepasado en su capacidad inicial, imponiendo un desafío urgente para los próximos años, a pesar de que no antes de 2016 no se vería un nuevo terminal según el plan maestro que se presentó a fines de 2009. Mientras tanto una solución inmediata vendría de un resultado positivo de las conversaciones que el concesionario actual y el Ministerio de Obras Públicas están llevando a cabo, las cuales podrían abrir la opción de la realización de obras de ampliación en el corto plazo.
A pesar de estar con una capacidad sobrepasada, la mayoría de los aeropuertos nacionales recibieron una buena calificación según estableció "Primer Estudio de Satisfacción y Calidad de Servicio" que se aplicó en los terminales durante 2010. En él, los 10 aeropuertos nacionales concesionados obtuvieron en promedio una calificación de 5,6 en escala de 1-7, donde el mejor fue el aeródromo El Tepual de Puerto Montt que recibió una nota de 6,1, mientras que el peor fue El Loa de Calama con una calificación de 5. El aeropuerto de Santiago pese a sus complicaciones tuvo la nota de 5,8.
Las notas “buenas” obtenidas por los terminales aéreos son reflejo de la percepción que los usuarios tienen en temas como servicios, limpieza de los edificios, la atención, aspectos que son visibles para el usuario. Si la evaluación considerara la opinión de personal técnico-operativo de líneas aéreas es posible que los resultados difieran un poco del informe presentado, debido a la distinta apreciación que estos realizan de las instalaciones.
En el aeropuerto de Santiago, el 88,9% de los viajeros nacionales calificó las instalaciones como “buena o muy buena”. El porcentaje de esta valoración baja a 80,8% en el caso de los usuarios extranjeros y en los usuarios que no viajan (81,3%). En el caso del sector internacional, el porcentaje de personas con residencia en Chile que calificaron como "bueno o muy bueno" el terminal fue del 78,5%, frente a un 83% de personas con residencia en el extranjero que opinaron de manera similar.
El Gobierno de Chile ha decidido utilizar este estudio para definir los estándares a futuro, implementar medidas de gestión en los terminales que sean también un incentivo para conseguir una mejora continua. En ese sentido el plan de mejoras que propone el MOP establecen una revisión de del estado actual de los aspectos evaluados deficientemente en concesiones vigentes y toma de medidas de gestión (Por ejemplo, revisión del equipamiento y señales de seguridad), así como también revisión y adecuación de Manuales de Operación y Reglamentos de Servicio. Las nuevas concesiones como El Loa (Calama) y Cerro Moreno (Antofagasta) incorporan aspectos relevados deficientes por usuarios, contemplando mejoras en interiores, estacionamientos y equipamientos. Estos también serían aplicados en las licitaciones para Arturo Merino Benítez y La Florida de La Serena. Los dos aeropuertos de la II región ya han introdujeron en sus contratos exigencias explícitas prestaciones y servicios, en materias como el estado de limpieza, de conservación de infraestructura, disponibilidad de equipos, entre otros.
La aplicación de estudios como este y el compromiso por las autoridades por acatar las recomendaciones que se señalan para los futuros proyectos que están en marcha o se proyectan, demuestran el compromiso férreo que las autoridades del país y el Gobierno de Chile ha asumido por dar solución a un elemento clave de la infraestructura nacional, la cual es esencial para conseguir uno de los objetivos propuestos por la actual administración de dar a Chile las herramientas necesarias para alcanzar su desarrollo.
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